"Con las pasiones uno no se aburre jamás; sin ellas, se idiotiza."
Stendhal
La muerte nos aterra, paraliza y sin embargo vivir sin ella, sin la idea de un final sin la existencia del último paso de nuestro ser en esta vida nos encerraría en lo absurdo de la eternidad, una eternidad que ni en el mismo Dios se llega a entender, por más que intentemos la muerte nos atrapa y al final lo que pase después es ignorado por nosotros y solo entendido por el poder que nos rodea; parece que estamos destinados a lo incierto, algunos al olvido otros a la posteridad.
Así inicio al hablar sobre Stendhal, un caso especial en la literatura y la vida, incomparable el éxito de sus obras, posterior a su muerte. Primero, hay que saber de qué hablamos y cuál es el punto de partida –diría Heidegger el principal problema está en la lengua- nuestro personaje no se llamaba Stendhal sino que es su seudónimo, no se sabe la procedencia del mismo, lo que sí sabemos es que no fue el único que uso durante su vida, no pudo conformarse con ser una sola persona, preludio de su increíble capacidad creadora de personajes psicológicamente distintos y profundos, una capacidad literaria reflejada en su ser mismo.
Critico social, entendido en el mundo de las guerras y el espionaje, político, incesantemente analista de lo que le rodea amante de las artes y creador literario; queda claro que hablamos de alguien apasionado, como el menciona principalmente de las artes, el síndrome que lleva su nombre se refiere a esta catarsis generada por la contemplación artística a su alrededor: "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme". Su capacidad de creación de personajes psicológicamente complejos no se basa en la desesperanza, sino más bien en la búsqueda de una felicidad superior, una felicidad en rojo y negro.
Tal fue la manera de analizar lo que le rodeaba y lo que no también fue lo que genero escritos sobre las vidas de personas como Mozart o Napoleón también a analizar temas como el amor y su capacidad descriptiva a captar las sensaciones de lugares como roma, Nápoles y Florencia, este marcado realismo impregnado en la tinta y el papel, un realismo que trasciende lo descriptivo y genera lo critico, así es Stendhal muestra de que la realidad supera a la ficción también una obra que trasciende al autor mismo y genera un icono después de la muerte y que termina con este sencillo epitafio, tan realista y analítico como su obra, una vida un genio creativo detrás de estas últimas palabras: «Henri Beyle, milanés. Escribió, amó, vivió 59 años, 2 meses. Murió el 23 de marzo de 1842» increíble coincidencia, muere el mismo día y mes que nací yo. au revoir Stendhal.
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